Señor, libérame del ruido de la vanidad
de la sombra que hincha sin colmar,
y enséñame el gozo de lo oculto,
donde la semilla crece sin alarde.
Dame el coraje de hacer fructificar lo que me diste,
sin envidiar ni despreciar los dones ajenos,
y la gracia de encontrar en el otro
no un espejo de mi orgullo,
sino un rosto que me despierte al amor.
Juan Manuel Otero Barrigón