jueves, 23 de noviembre de 2023

El magis ignaciano, un faro esencial

 

 En la espiritualidad ignaciana, magis es un principio muy rico que trasciende las palabras y se sumerge en la esencia misma del camino espiritual. Es un llamado a lo "más" grande, a lo "más" profundo, a lo "más" auténtico en la vida de las personas.

Vivimos en un mundo saturado de estímulos, donde la búsqueda constante de eficiencia y éxito pueden eclipsar la riqueza de la profundidad personal y la conexión genuina.  En medio de la presión constante por hacer más en menos tiempo, el magis nos invita a orientarnos de manera decidida a lo que verdaderamente importa. Nos invita a medir nuestro progreso no solo en términos de logros externos, sino en la calidad de nuestras relaciones, la autenticidad de nuestras experiencias y la contribución positiva al bien común.

El magis no es una búsqueda de lo "más" en un sentido material o superficial. No apunta a la acumulación de posesiones, títulos o reconocimientos. Es una búsqueda de lo "más" en un sentido trascendental y humano: la búsqueda de una vida más plena, más significativa y más alineada con valores profundos.

Este despliegue del magis a menudo nos lleva a cuestionar nuestras elecciones y prioridades. Nos desafía a mirar más allá de lo inmediato y a considerar el impacto más amplio de nuestras acciones en nosotros mismos, en los demás y en el mundo en general. Nos llama a ser más conscientes, más compasivos y más comprometidos con un servicio generoso. 

El magis también supone una profunda relación con la libertad interior. Significa elegir de manera consciente y libre lo que nos lleva hacia una vida más plena y significativa. A veces, esto puede implicar renunciar a comodidades o placeres temporales en favor de un bien mayor y duradero.

Junto con el crecimiento personal, el magis también conlleva una dimensión de servicio y compasión. La búsqueda de la excelencia no es egoísta; es una invitación a usar nuestros talentos y dones en favor de la comunidad. Encontramos el magis no solo en nuestras victorias personales, sino especialmente en la forma en la que contribuimos al bienestar de los demás y de la sociedad en la que vivimos.

MIGUEL ANGEL FIORITO SJ, referente clásico de la escuela ignaciana y formador espiritual del PAPA FRANCISCO, comentaba:   "Este ―deseo de más…‖ es la condición de toda elección o reforma de vida (...)" ("Buscar y hallar la voluntad de Dios", Paulinas, pág. 53).  La elección de vida involucra en sí misma  un acto de profunda introspección y discernimiento. Se trata de sopesar las opciones y considerar no solo lo que es conveniente o deseado, sino lo que es más auténtico y significativo en nuestra relación con Dios y con los demás. La elección de vida no se limita a una carrera o un camino profesional, sino que abarca todas las dimensiones de la existencia, incluyendo lo espiritual, lo relacional y lo ético.

De alguna manera, el espíritu del magis está contenido también en aquella famosa frase atribuida erróneamente a JUNG (que aunque refleja su pensamiento, no fue escrita por el sabio suizo) y que por el contrario pertenece a JOSEPH CAMPBELL (está incluida en la introducción a su obra "Reflexiones sobre la vida"), la cual dice: "El privilegio de una vida es convertirte en quien realmente eres". En la tradición ignaciana, esta conversión supone la disposición a ser alimentados desde la Fuente, respondiendo al llamado a una mayor entrega a Dios y a una mayor dedicación al servicio de los demás. Implica la elección de vivir de una manera que sea más congruente con nuestra naturaleza interior. Como el poeta RUMI también lo expresara bellamente, "Donde quiera que estés, crece desde ahí". 

Pero el magis no es un estándar imposible de alcanzar que nos haga sentirnos inadecuados. Es más bien una invitación constante a ser mejores, a crecer en nuestra humanidad, y a amar de manera más profunda. Lo cual implica autoconocimiento sincero; ya no como práctica superficial desprendida de la cultura posmoderna del bienestar, sino como camino permanente y comprometido hacia el desnudamiento de la Realidad que nos habita. 

Juan Manuel Otero Barrigón