sábado, 1 de agosto de 2020

La importancia de una espiritualidad arraigada



Una salida al desencuentro actual entre espiritualidad y religión requiere un diagnóstico preciso de las relaciones entre ambas. La experiencia espiritual forma parte de la vida, de lo que ocurre dentro y fuera del ser humano. No se basta con lo aparente, aspira a la profundidad que le permita transformar en extraordinario cada aspecto de la realidad. La tradición, por su parte, es la sabiduría acumulada a través de los siglos, el seno creativo que refleja los avatares de hombres y mujeres en su exploración de la existencia. La espiritualidad necesita alimentarse de la tradición para no terminar convirtiéndose en un derroche de buenas intenciones. De la misma forma, la tradición sin experiencia espiritual deviene en un fósil cultural, destinado a los libros de Historia. Anclada en el pasado, y sin el fuego animador de la espiritualidad, los preceptos, las doctrinas, los ritos, y las instituciones son como un cuerpo sin corazón, que no puede caminar ni ponerse de pie. En sus mejores momentos, y de la confluencia siempre renovada entre ambas, brota la capacidad de crear conceptos nuevos, imágenes y símbolos que le permiten al ser humano entenderse mejor a sí mismo y al mundo; y por este camino, bajo suelo firme, sondear las periferias del Misterio insondable.

Juan Manuel Otero Barrigón

🎨 Pintura: Diego Oscar Ramos - Arte Visual

No hay comentarios:

Publicar un comentario