martes, 21 de julio de 2020

El árbol de las prácticas contemplativas




“The Center for Contemplative Mind in Society”, una organización sin fines de lucro dedicada al cultivo de la espiritualidad, diseñó esta interesante ilustración (*) sobre las prácticas contemplativas, un esquema heurístico que nos ayuda a ubicar y entender el origen y la relación de diversas disciplinas entre sí. 

Según las propias definiciones de la institución:

<<En el Árbol de las prácticas contemplativas, las raíces simbolizan las dos intenciones que son la base de todas las prácticas contemplativas. Las raíces abarcan y superan las diferencias de las tradiciones religiosas que dieron origen a muchas de las prácticas, y permiten ubicar e incluir nuevas prácticas que se han creado o se están creando en contextos seculares.

Las ramas representan diferentes grupos de prácticas. Por ejemplo, Prácticas de quietud, que se centran en aquietar la mente y el cuerpo con el fin de desarrollar la calma y la concentración. Prácticas generativas que pueden tomar formas diferentes, pero que comparten el objetivo común de generar pensamientos y sentimientos, tales como devoción o compasión. (Hay que tener en cuenta que esta clasificación no es definitiva, y muchas prácticas podrían incluirse en más de una categoría)>>

El tronco del árbol nos indica lo que vamos a lograr desarrollando las distintas disciplinas: 

* Comunicación,  
* Conexión con el Misterio que nos habita y al cual pertenecemos; y,
* Consciencia (así, escrita con una s en el medio).

Las distintas ramas del tronco nos sugieren

Prácticas de quietud: Estar en silencio, Centrarse, Meditar, Acallar la mente.

Prácticas activas: Peregrinajes, Vigilias y Marchas (podríamos aquí poner como ejemplo las procesiones católicas, algunas con cantos, otras en silencio. Caminatas como la anual hacia Luján o la del célebre camino de Santiago de Compostela), Dar Testimonio, Activismo en pos de la Justicia Social, y los Voluntariados. 

Prácticas generativas: Lectio divina, Cultivar la gratitud, Visualizaciones, Meditaciones de compasión y bondad.

Prácticas de movimiento: Artes marciales, qi gong, tai chi chuan, yoga, meditación caminando, Aikido, caminar por laberintos.

Prácticas de rituales: Retiros, Crear un altar o espacio sagrado, Ceremonias y rituales basados en las diversas tradiciones culturales y religiosas.

Prácticas de procesos creativos: Cantar, Hacer música, Pintar, Escribir un Diario, Cultivar el arte contemplativo mediante imágenes emergentes de procesos de imaginación activa.

Prácticas relacionales: Dialogar, Escuchar profundamente, Narrar cuentos y/o mitos clásicos, Conformar círculos (como los de mujeres u hombres).

Muchas de estas prácticas son inherentes al tesoro espiritual de las grandes tradiciones: Cristianismo, Judaísmo, Hinduismo, Islam, Budismo, y Taoísmo, entre otras. Algunas de ellas tienen incluso un componente geográfico y cultural específico, propio de una zona o país determinado. Por ejemplo, hay laberintos católicos como el de la catedral de Chartres, que atrae mucho la atención de curiosos no católicos, y muchas basílicas expresan laberintos y símbolos espirituales profundos. Ciertas expresiones cristianas cultivan el don de lenguas, lo mismo que algunos pueblos originarios, al igual que los círculos carismáticos. Los musulmanes usan un rosario para entonar sus oraciones, de manera similar a los católicos y varias corrientes hindúes.

ABC de las prácticas contemplativas.

En un sentido amplio, las prácticas contemplativas son muy diversas, adoptan distintas formas y se originan en el vasto árbol de tradiciones de todo el mundo.

Son disciplinas orientadas a cultivar la indagación y muy especialmente, la interioridad. A veces se centran en la concentración y la experiencia directa con el objeto simple, a veces lo hacen sobre ideas o procesos complejos. Incorporadas a la vida cotidiana, actúan como recordatorio de la importancia de sintonizar con lo realmente esencial y significativo en nuestras vidas. Pueden ayudarnos a desarrollar la empatía y la comunicación, a mejorar la concentración y la atención, a reducir el estrés y aumentar la creatividad, todo ello fundamentado en una mirada amorosa y compasiva de la vida.

En medio de la actividad frenética y la tendencia a la dispersión y la distracción a la que tantas veces nos arrastra la cotidianeidad, las prácticas contemplativas nos acercan a una actitud práctica, radical y transformadora. El desarrollo de capacidades para la concentración profunda y la calma y la observación de la mente nos ayudan explorar el significado, propósito y los valores que guían nuestro recorrido.

Partiendo de las características de su propia personalidad, algunas personas encuentran que las prácticas físicas activas, como el yoga o tai chi, funcionan mejor para ellos. Otros prefieren alimentarse en las prácticas de quietud y silencio, como la meditación consciente. Algunas personas encuentran que los rituales enraizados en una tradición religiosa o cultural les traen alivio espiritual y les permiten conectar con la dimensión simbólica de la existencia. De la misma manera, algunas de estas prácticas se realizan en soledad mientras que otras se desarrollan en contextos grupales, que favorecen el estímulo a la reflexión y la transformación de los contextos sociales en los que cada uno participa y vive.




(*) Copyright information: “The Tree of Contemplative Practices” by Carrie Bergman. Used with permission due to its inclusion for educational purposes only. Retrieved on 23/2/19 from CMind, the Centre for Contemplative Mind in Society: http:// www.contemplativemind.org/practices/tree

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